Control de plagas urbanas y cambio climático, ¿Qué podemos esperar?

En la cumbre climática de la ONU celebrada en Glasgow hace dos años, se selló el compromiso por parte de los 197 países participantes para evitar un aumento de más de 1,5 grados hasta 2100, cifra que se preveía que se podía lograr de aquí a 20 años.

Al ser los veranos más calurosos y los inviernos menos fríos, se prologan los periodos de actividad por parte de los mosquitos, las termitas, las garrapatas o las moscas, lo que acaba causando cambios en su distribución geográfica. De esta forma, algunas plagas como el mosquito tigre o el virus del Nilo han pasado a situarse en otras localizaciones, algo peligroso porque una vez que estas especies están adaptadas, su proceso de colonización no tiene vuelta atrás.

A parte de la redistribución geográfica, hay tres consecuencias directas del cambio climático preocupantes en relación al control de plagas.

En primer lugar, al incrementarse la temperatura se reduce el ciclo de vida de los insectos, lo que provoca que haya más generaciones de esa especie a lo largo del año.

Por otro lado, el cambio climático favorece a los insectos más resistentes, debilitando a los que actúan como fitosanitarios y provocan el equilibrio en la arquitectura.

Por último, el calentamiento global modifica algunas de la propiedades químicas y físicas de los insecticidas como por ejemplo la vaporización, la penetración o la degradación, lo cual puede disminuir la eficiencia de las metodologías que se implementan en el presente contra las plagas.

En definitiva, todos estos efectos acaban siendo perjudiciales para la producción agrícola y dificultan el acceso a los alimentos. Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), las plagas destruyen anualmente un 40% de la producción global de cultivos.

Acorde a un estudio publicado en la revista Science, un aumento de plagas en vegetales causará en los próximos años perdidas en cosechas de arroz, maíz y trigo en todo el mundo de entre 10% y 25% por cada grado centígrado que aumenten las temperaturas medias en el mundo.

Del mismo modo, la contaminación de los alimentos por partes de las plagas puede generar grandes pérdidas económicas a las empresas, y en el peor de los casos problemas de salud en la población.

A pesar de que es difícil de creer, esta situación no es irremediable, pero depende de cada uno de nosotros el poder revertir la tendencia actual. En EZSA Sanidad Ambiental somos conscientes de las consecuencias devastadoras del cambio climático, por eso trabajamos solo con productos respetuosos con el medio ambiente.