Medio ambiente urbano y ciudad sostenible

EL DESARROLLO SOSTENIBLE


Primeramente, para avanzar en la definición de medio ambiente urbano y ciudad sostenible, será preciso partir del concepto desarrollo sostenible.

El término aparece por primera vez en 1987 en el documento conocido como Informe Brundtland. Creado en Asamblea de las Naciones Unidas en 1983, y basado en los trabajos de la Comisión de Medio Ambiente y Desarrollo de Naciones Unidas. Fue asumido en 1992 por la Declaración de Río en su Principio 3º.

La definición de desarrollo sostenible es:

«Aquel desarrollo que satisface las necesidades de las generaciones presentes, salvaguardando el sistema de soporte vital de la tierra, el cual depende del bienestar de las generaciones actuales y futuras «. 

Realmente, el desarrollo sostenible se basa en 3 pilares: crecimiento económico, protección del medio ambiente y progreso social.

En la cumbre de septiembre de 2015, los estados miembros de la ONU aprobaron la agenda post-2015 para el desarrollo sostenible, que incluye un conjunto de 17 objetivos del desarrollo sostenible (ODS) para poner fin a la pobreza, luchar contra la desigualdad y la injusticia y hacer frente al cambio climático.

Actualmente, se plantea una nueva definición de desarrollo sostenible, que propone unir los ODS con los límites planetarios.

 

 

¿QUÉ ENTENDEMOS POR MEDIO AMBIENTE URBANO Y CIUDAD SOSTENIBLE?


Teniendo en cuenta esta definición, el medio ambiente urbano se basa en 3 factores:

  • La naturaleza en la ciudad.

  • El manejo de la ciudad.

  • El riesgo en la ciudad.

No obstante, podríamos comenzar a hablar de sociedades sostenibles cuando éstas cumpliesen, al menos, dos condiciones básicas:

  • La no utilización de recursos naturales por encima de su potencial de renovación.

  • La no generación de residuos más allá de la capacidad de su absorción por los ecosistemas.

 

LA HUELLA ECOLÓGICA


Estas dos condiciones, nos introducen de lleno en el más reciente concepto de huella ecológica.

Un indicador definido como: «el área de territorio ecológicamente productivo, necesaria para producir los recursos utilizados y para asimilar los residuos producidos por una población dada con un modo de vida específico de forma indefinida» 

La huella ecológica tiene como objetivo medir el impacto humano, mide cuántas hectáreas de superficie usarías biológicamente para abastecerte y depositar tus desechos, y por lo tanto, su grado de sostenibilidad.

A nivel mundial, hemos alcanzado la demanda humana, ésta ha aumentado más del doble desde 1961, y actualmente nuestra huella ecológica excede en casi un 50% la capacidad del planeta para regenerarse.

En términos ecológicos, no tenemos todos la misma huella ecológica, cada país tiene una:

EL IMPACTO HUMANO Y LA APARICIÓN DE PLAGAS


Durante los últimos 50 años, los seres humanos hemos cambiado los ecosistemas de forma más rápida que en cualquier periodo comparable en la historia de la humanidad.

En este caso, los impactos negativos que ejercemos sobre el medio físico, son también negativos para la sociedad y los seres humanos que las constituyen. De esta forma, un elevado porcentaje de los problemas socio-ambientales que afectan a las ciudades, tienen su origen en el modelo de ocupación territorial urbana.

Ahora bien, ¿qué tiene que ver esto con el control de plagas?

Primero, debemos saber que en la naturaleza, los organismos han desarrollado mecanismos de supervivencia y reproducción que explican su desarrollo actual.

Existe un equilibrio natural entre los factores bióticos (animales, plantas, microorganismos… «la parte viva del ecosistema») y los factores abióticos (temperatura, humedad, luz,… «la parte no viva del ecosistema»), lo cual explica que la abundancia de especies en un hábitat determinado se mantenga constante, aunque varíe estacionalmente.

Así, rara vez los organismos aumentan sus densidades más allá de sus valores medios, y suelen volver a su estado natural con el tiempo. Aquí, juegan un papel fundamental las sociedades humanas, podemos observar que el ser humano:

  • Urbaniza todo tipo de áreas y ecosistemas. 

  • Produce una huella ecológica (como hemos explicado antes) mayor de lo esperado, es decir, hay un desequilibrio entre consumo y producción.

  • Introduce especies invasoras en hábitats distintos, provocando desastres ecológicos.

  • Cambia el uso del suelo y altera así ciclos biológicos y geológicos naturales en nuestro planeta.

  • Usa de forma insostenible el agua.

  • Provoca la pérdida de biodiversidad, y de nuevo, genera desastres ecológicos.

  • Sobreexplota materias primas y especies, sin dar lugar a un tiempo de regeneración.

Todo ello, altera la dinámica de los ecosistemas de forma drástica. Favorece el desequilibrio de todos los componentes del ecosistema. (los factores vivos y no vivos de los que hemos hablado antes)

Cuando estos factores se ven afectados, las especies que viven a expensas de estos componentes aumentan mucho su número. De manera que se dan las condiciones necesarias para que aparezca el fenómeno que comúnmente conocemos como «plaga».

 

 


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